29 de marzo de 2014

Gangnam Style

¡Hola!

Ya pasó un mes desde que llegué a Corea. ¡El tiempo vuela! Ni cuenta me he dado. Los días pasan rápido, y los fines de semana se sienten demasiado cortos. He de aprovechar todo el tiempo que esté aquí.

El lunes fui con el Latin Crew a Home Plus -una cadena coreana de tiendas departamentales con precios muy accesibles- a comprar la despensa y algunas otras cosillas que necesitábamos. Encontré un juego de palillos y cuchara súper 'fancy' que me hacía falta (y es que el cereal lo comía con palillos de madera y reusaba el 'bowl' de cartón de los fideos instantáneos).


El martes en la mañana fui de oyente a mi clase de japonés. Y como solamente puedo ir a una de las dos clases a la semana, no me pongo al tanto de las tareas que deja el profesor. Además, muchas cosas las explica en coreano, así que de eso me pierdo totalmente. Sin embargo, una niña coreana muy amable me dejó mirar sus copias e hicimos los ejercicios juntas (hasta me dio su dirección de facebook). Me sentí muy feliz por eso, pues he tenido malas experiencias con los coreanos de mis otras clases, pues ni me voltean a ver, y menos tratan de ayudarme (no todos son así, los de Relaciones Internacionales son súper amigables y más 'openminded'). Es como si los extranjeros no existiéramos. ¿O será que me confundo con el entorno?


En la tarde fuimos de nuevo a Yongsan a comprar teléfonos celulares. Sin embargo, pasamos por ciertas dificultades para conseguirlos. Primero fuimos con un coreano 'chubby' que ya conocíamos, y que parecía tener los mejores precios del lugar. La vez pasada habíamos preguntado por el modelo más nuevo del teléfono que queríamos, pero resultó que nos dio el precio del modelo anterior. Entonces, fuimos a las demás tiendas a comparar precios y ver si había en otros colores, pero sólo había blanco, pues según el chubby, estaban tan de moda en Corea, que el negro no lo traían. Entonces decidimos pagar un extra y comprar los blancos más nuevos.

Hubo otros problemillas técnicos, pero los aburriría si los escribo. Lo más difícil de ese día fue tener que comunicarse con los vendedores, pues muchos no hablan inglés (te escriben el precio en sus calculadoras) y hay que andar haciendo señas para explicarse. También, algo que me da mucha risa es que muchas personas nos hablan en coreano y nos explican súper entusiasmados y nosotros sólo asentimos sonriendo sin entender nada (también ellos lo hacen cuando les hablamos en inglés) xD En un descanso que tomamos antes de comprar el celular, me compré unos aretes nuevos para mis perforaciones (el negro y el esqueleto).


El viernes en la tarde teníamos una cita en el Suwon Youth Center para una orientación sobre un Cross Cultural Awareness Programme. Debíamos tomar un bus que nos dejaría justo en la entrada del edificio, pero como Ale y yo no tenemos aún tarjetas SIM para nuestros teléfonos, no nos pudimos comunicar con María y Lorién. Así que nos subimos al bus pensando que se habían adelantado. Error. Nos habían dicho que el lugar estaba como a 40 minutos del campus. Y 40 minutos después, no sabíamos dónde estábamos.

Yo soy la persona más desubicada de la vida, no se puede confiar en mí a la hora de orientarse. Y Ale tampoco había visto bien el mapa. Así que mejor nos bajamos y entramos a un Baskin Robins a pedir ayuda. Escribí en mi cuaderno de notas a dónde queríamos ir, pero la cajera no sabía dónde era. Y nos hablaba en coreano y nosotras no entendíamos nada. Le preguntó a su jefe y juntos buscaron en la computadora pero no pudieron dar con el lugar.

En eso, entraron dos muchachas y les preguntaron si sabían del Youth Center. Dijeron que no, pero hicieron uso de sus modernísimos (?) 'smartphones' y lograron encontrar la forma de ir. Sin embargo, no hablaban casi inglés, por lo que trataron de explicarnos con las poquitas palabras que sabían hasta que a una de ellas se le ocurrió grabar en su teléfono, y éste tradujo lo que dijo de coreano a inglés (¡qué maravilla de la tecnología!). Nos dieron los números de los buses que nos llevaban a Ingyedong, nos escribieron el nombre del Youth Center en hangeul y nos hicieron un pequeño croquis para ir a la parada del autobús.

¡Pero qué tragedias han de perseguir a estas pobres almas! La voz que anuncia las estaciones mencionó la de Ingyedong, pero no nos dimos cuenta de que se refería a la siguiente parada, no a la que en ese momento se estaba bajando la gente. Y de mensas, nos bajamos también. Fuimos a un edificio que se veía bastante oficial (resultó ser un Centro para Mujeres y Niños) y volvimos a preguntar. El recepcionista nos dijo que nos sería más fácil tomar un taxi. Resignadas, detuvimos uno. Por suerte aceptaba tarjeta de crédito (ni Ale ni yo teníamos efectivo ya).

Llegamos a un lugar por el que ya habíamos pasado, y entramos a la junta dos horas después de la hora de inicio. Qué pena. Pero nos dieron una explicación rápida de las actividades a hacerse y nos regalaron pizza, refresco, panecitos rellenos, y dulces. Prácticamente llegamos, comimos y nos fuimos. Perdimos todo el día por habernos perdido, pero fue divertido contar la anécdota y conocer nuevos amigos en la orientación: Gregorio (México), Ryosuke (Japón) y Truman (Corea).



El sábado a mediodía decidimos ir a pasear a Gangnam (a una hora de Seúl) con Gregorio. Tal vez hacer algunas compras, conocer los alrededores. Pero en cuanto salimos del metro, una botarga de gato nos llamó la atención y terminamos en el lugar más bello del mundo: Godabang Cat Café. Es una franquicia, y hay varios en Seúl y alrededores. ¡Es el lugar más lindo en el que he estado! Se siente un ambiente súper cálido y estar con los gatitos te hace sentir muy bien :D




Al entrar, debes cambiarte los zapatos a unas sandalias para interiores. La entrada cuesta 8,000 wones (8 dólares) e incluye una bebida. El lugar tiene cupo para cubrir las necesidades de unos 20 gatos (quizá más): postes para rasguñar, repisas por todas las paredes, cubículos de madera para dormir, cajas de cartón, cojines, una fuente de agua, etc. No es nada sucio ni huele mal. Los gatitos tienen unas puertitas especiales por donde salen a hacer sus necesidades. La gente puede sentarse en un tapete que hay al centro y tener a los gatos en su regazo. En la barra, junto con las bebidas extras, venden sobrecitos de comida para gatos, quienes en cuanto escuchan que los abren, van corriendo hacia la persona que los tiene.




En un momento, el encargado del lugar hizo una mezcla de atún y nos dio un poco para darles un tentempié a los gatitos. Olía y se veía muy rico, hasta a mí se me antojó, jejeje. Estuve muy agradecida con eso, pues como nosotros no compramos ninguna bolsita de alimento, los gatos casi no venían. El café es un lugar relativamente pequeño, y cuando todas las mesas están ocupadas, se vuelve difícil seguir a tu gato favorito. Pero la gente es muy amable y todos se pasean al rededor sin importarles la mesa que originalmente les fue asignada.












Después de unas tres horas en el café, decidimos irnos a comer (no habíamos desayunado) porque comenzó a darme alergia (de no ser por eso, fácil me quedo ahí otras tres horas). Bajamos el elevador y fuimos al Burger King cruzando la calle. Después, nos tomamos una foto de recuerdo en el icónico lugar del Gangnam Style (?). También usamos una cámara pública, que te manda la foto sin costo a tu correo electrónico.



Después volvimos a perder el tiempo (como los buenos latinos que somos) y en vez de recorrer las calles y visitar las tiendas, nos quedamos yendo y viniendo por la misma calle. Las niñas queríamos ir de compras, pero nos dio pena con los niños y mejor lo dejamos para otro día. En eso, nos llegó un mensaje de Miguel (España) comentándonos sobre un club (ahí mismo en Gangnam) que tendría la entrada gratis. Pero como estábamos tan cansados, y no queríamos repetir lo de la vez pasada (12 horas de fiesta), regresamos a los dormitorios (8:00 p.m.) para descansar un poco, dejar las cosas, cambiarnos y maquillarnos.

Antes de tomar el bus, compramos Soju (licor coreano) y cerveza en un GS25 (el Oxxo coreano) porque Gangnam es de los lugares más caros para 'fiestear' (una cerveza llega a costar hasta 10,000 wones) y no queríamos gastar más dinero. Una botella de 350 mililitros de soju fue suficiente para hacernos entrar en el 'mood'. Y es que no me gusta el licor porque no lo aguanto tanto como la cerveza, pero el soju actuó bien y no necesité comprar nada más en toda la noche. Cuando llegamos al Club Eden, nos dieron una bebida gratis (¡tequila!). Bailamos y bailamos, fuimos al frente con el DJ, nos regalaron tubos de espuma con luces... fue genial, lo pasé muy padre. El recuento de los daños no fue grande: perdí mi tarjeta de Tmoney (se usa para pagar el autobús y el metro). Pero otros la tuvieron peor, jajajaja xD







El domingo a mediodía tuvimos la segunda clase de coreano. Aprendimos sobre las consonantes complejas y los diptongos. En la práctica, esta clase fue muy difícil (por la pronunciación de las letras) pero le echo muchas ganas siempre, jejeje. Los maestros son muy amables y pacientes con nosotros. Un amigo hizo este 'meme' resumiendo la clase de ese día xD

Esta chamarra de Rilakkuma la compré en Gangnam ;)

¡Gracias por leer!
-Aisou.

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