Everland

¡Hola!

Me he apurado en escribir esta entrada para tener tiempo de bajar las fotos de la siguiente. Cuidado, que viene mucho texto ;)

El martes se llevó a cabo el primer Concurso de Oratoria de la universidad. El tema fue las diferencias culturales entre Corea y nuestros países de origen. Una amiga me había invitado a participar y mi tema era sobre el sistema educativo coreano, pero en esos días tuve mucha tarea y no tuve tiempo de redactar mi discurso. Sin embargo, varios de mis amigos participaron en él y hablaron de cosas muy interesantes.

Fabian habló sobre cómo llegar a ser exitoso en Corea y en Suiza; María sobre las diferencias gastronómicas entre su país y Corea; Safae habló sobre el comportamiento frío de los coreanos; Han sobre un viaje que hizo a África y lo que aprendió de él. Otros hablaron sobre sus intercambios a Malasia, Estados Unidos y Europa.

Me gustó mucho esta actividad, pues pudimos aprender los puntos de vista de personas de otros países hacia Corea y de los coreanos hacia otros países. Es increíble cuántas diferencias hay entre las culturas, pero es por eso mismo que se creó este concurso: para que con el tiempo y la experiencia podamos trabajar en mejorar nuestra convivencia y ambas partes, extranjeros y anfitriones nos sintamos bienvenidos y miembros de una misma sociedad.

Después del concurso, fuimos a cenar Chicken & Beer a un lugar frente a la universidad. Platicamos, bebimos y pasamos un rato muy divertido con todos en la que sería la última actividad del grupo de buddies.

Hace algún tiempo, un amigo nos había platicado sobre una "indoor pool party" a la que había ido en Seúl y lo había pasado increíble. Como no quisimos quedarnos con las ganas, esperamos a la siguiente fiesta (la organizadora las hacía seguido) y nos registramos para ir el viernes a Vanguard, un lugar enorme que tenía dentro otros tres clubes, entre ellos Muuto, el de la piscina.

Muchas personas lo saben y muchas otras no, pero debido a mi inseguridad y baja autoestima, nunca había usado un bikini. Aunque no quería usarlo, me obligué a hacerlo porque no quería ser la única en usar un traje de baño completo (además, mi traje era de los de competencia, nada "fancy"). Me hice a la idea de que a nadie iba a importarle qué traía puesto y que gracias a los efectos del alcohol la mayoría de los presentes estaría en tal estado de suspensión que ni recordarían si el agua de la piscina había estado fría o caliente.

Pues bien, lo hice (mi amiga María me prestó uno suyo). Fue demasiado difícil verme así, caminando por ahí semidesnuda entre desconocidos, pero al cabo de un rato algunas copas ayudaron a soltarme un poco. La noche estuvo increíble: tuvimos bebidas gratis, bailamos, nadamos en la piscina y conocimos gente súper cool.

No hubo mayores contratiempos, excepto que a Lorién se le rompió su collar favorito (y no pudo encontrar algunas piezas), que todo el piso del baño se inundó con agua sucia (fue un milagro no haber contraído pie de atleta) y que el locker de Miguel no pudiera abrirse (después de un rato recuperaron sus pertenencias). Como estábamos bastante lejos de donde se toman los buses, nos fuimos caminando a la parada (fue una caminata larguísima) y comimos una suculenta hamburguesa de pollo con pollo y más pollo del KFC antes de llegar.

Algo curioso que nos pasó: como llegamos a la parada algo temprano, Lorién y yo nos sentamos en la banqueta a esperar el bus. En eso, vimos a dos coreanos súper ebrios intentando no caerse al caminar, acercándose hacia nosotros. Uno se sentó por allá (y se quedó dormido) y el otro junto a mí. Nos empezó a hacer plática y luego nos pidió una foto con él. La foto salió bastante bien, a pesar de que estábamos desvelados, crudos y despeinados (las apps coreanas y sus filtros mágicos). Qué mal que no le pedimos el teléfono para que nos la pasara... jajajajaja. 

El sábado en la tarde, después de recuperarnos de la fiesta, Lorién, María y yo fuimos a pasear al recién inaugurado en marzo Dongdaemun Design Plaza, un centro comercial enorme, con arquitectura neofuturista, tiendas modernas y galerías de arte.

En el área de las tiendas encontramos el café Juan Valdéz, una cadena colombiana de la que María nos había hablado mucho y que yo no conocía (me parece que hay uno en el D.F. pero yo nunca lo he visto). Ella se compró un frappé de arequipe (dulce de leche) y yo unos granos de café cubiertos con chocolate. Ambos estaban riquísimos (era de esperarse de la capital del café), nada que ver con Starbucks (después de todo, Colombia le vende a Starbucks). Después de platicar un rato salimos a ver el centro comercial de noche. Había muchas más personas que en el día y la iluminación lo hacía ver como salido de una película espacial.

El domingo, Samy, Lorién, María y yo salimos de la universidad a las 9 de la mañana para tomar un pequeño tren hacia Everland, el parque de diversiones más grande de Corea del Sur. Está ubicado en Yongin y es muy parecido a los parques de Disneyland. A pesar de ser domingo, había muy poca gente porque se había pronosticado lluvia. Así que pudimos subirnos muchas veces a los juegos que más nos llamaron la atención: la montaña rusa de madera T Express (la más alta, larga y rápida de Asia), la de metal Rolling-X Train y varios juegos más.

Fuimos al área del zoológico y un bus anfibio nos dio una vuelta por el safari. ¡Había animales muy lindos!

En la tarde comenzó a llover y pensamos que no nos dejarían ya subirnos a los juegos y cerrarían el parque, pero no fue así. La lluvia era leve y los juegos no pararon de funcionar, así que subimos varias veces más. Otra cosa graciosa que que nos sucedió fue que al saludar, los guías del parque lo hacen con las manos abiertas al frente, algo que para nosotros los latinos significa "no". Así que pensábamos que los juegos estaban cerrados. Al principio nos costó un poco acostumbrarnos y algunas veces seguíamos "cayendo", pero luego nos acordábamos que sí podíamos subir.

Como Samy y yo nos mareamos por las vueltas de los juegos, decidimos parar un rato y ver las tiendas de regalos. Ya de noche y muy cansados, regresamos a casa después de un largo día de diversión.

A que fue larga la entrada, ¿verdad? Me gustó escribirla.

Nos vemos pronto con más aventuras surcoreanas.

-Aisou.