25 de septiembre de 2014

Konnichiwa

¡Hola, amigos!

¿Cómo están? Como leyeron en la entrada pasada, he terminado de escribir sobre Corea del Sur y ahora llegó el turno de hablar sobre mi visita al País del Sol Naciente. En esta etapa del blog escribiré una entrada por cada día que pasé en Japón, así que cuento con ustedes para seguirlas todas.

Mi vuelo salió puntual el lunes 23 de junio a las 2:00p.m. En el avión comí arroz, pollo y vegetales. Las aeromozas de Japan Airlines no hablaban coreano, y algunas veces sin querer les contestaba con "kamsahamnida" en vez de "arigatou" para agradecerles. Cuesta un poco de trabajo acostumbrarse a estar cambiando de idiomas, y más porque ya me había acostumbrado a siempre agradecer en coreano (incluso entre amigos extranjeros usábamos coreano cuando broméabamos).




No hay diferencia de horario entre Corea y Japón, y llegué al aeropuerto de Narita a las 5:00p.m. Mi primer error lo cometí cuando tomé la dirección opuesta en el 'shuttle' que te lleva al edificio principal del aeropuerto y llegué a la Terminal 2 (la más alejada). Entonces, tuve que cruzar hacia el otro lado y regresar. No hubiera tenido ningún problema de no ser porque traía cargando una mochila de 15kg. a la espalda. Después de hacer los trámites en Aduana, reclamar mi equipaje  (para variar, me revisaron la maleta) y cambiar las divisas, compré un boleto del Shinkansen (tren bala) con destino a Kyoto. En un principio había pensado llegar primero a Tokyo y luego ir recorriendo las ciudades del sur, pero debido a que mi amiga en Tokyo no iba a poder recibirme en su casa, tuve que cambiar mis planes e ir primero a Kansai.



Para ir a Kyoto, tomé el Narita Express (un servicio del aeropuerto que va a toda la Región de Kantou) y cambié de línea en Shinagawa. Hasta Tokyo viajas en un asiento reservado muy cómodo en un tren súper silencioso, rápido y moderno. En Shinagawa me perdí, pero le pregunté la dirección a una señorita y fue tan amable que ella misma me llevó a donde tenía que tomar el siguiente tren (y alagó mi japonés). Allí viajé en el vagón de asientos no-reservados del Nozomi. Iba casi lleno pero por suerte pude sentarme entre dos jóvenes, relajarme un poco y pensar mi tour. En total, todo el viaje incluyendo el transbordo, duró unas cuatro horas y media.





Llegué a la estación de Kyoto como a las 10:00p.m. y Megu y varios amigos japoneses que había hecho en México en febrero de 2012 fueron a recibirme. Entramos a una Izakaya (cantina japonesa, normalmente dejas los zapatos en la entrada) y comimos Yakitori (brochetas de pollo) y diferentes botanas, bebimos, y hablamos durante unas tres horas. El lugar era una combinación entre tradicional y moderno. Todo lo ordenabas mediante una pantalla táctil que había en el cubículo y después de unos minutos el mesero traía las cosas, y sólo venía si lo llamabas con el botón (este sistema también lo tienen en Corea, es muy conveniente pues el mesero se ahorra estar yendo y viniendo preguntando si todo está bien o si deseas algo más).




Después, Megu, Naoko y yo fuimos al departamento (más bien es como una casa-habitación) de Moe -una amiga de ellas, a quien conocí esa noche- a ver el partido de Holanda vs. Chile. Ahí platicamos un poco más y pude contactar a mi familia (contrario a como es en Corea, en Japón es casi imposible encontrar un lugar con wifi gratis).

Finalmente, tomamos un taxi y fui a casa de Naoko, quien me dejó quedar ahí durante cinco días y se ofreció a pasear conmigo y mostrarme la ciudad. Es una casa preciosa, muy tradicional y pequeña, pero sorprendentemente con espacio suficiente y con todo muy bien organizado y limpio. Allí viven Naoko, sus padres, su abuela y su gata Qoo. Acomodé mis maletas, tomé un baño y me fui a la cama, esperando la llegada del segundo día de lo que había sido mi sueño durante los últimos diez años.

¿Qué tal esta entrada? No tengo muchas fotos relevantes de ese día porque estaba muy cansada de la última semana en Corea, así que la mayor parte del tiempo lo pasé dormida en el tren; y honestamente, entre la emoción y los problemillas que tuve, olvidé tomarlas. Pero prometo compensarlo en las siguientes entradas.

¡Nos vemos!
-Aisou.

12 de septiembre de 2014

Annyeonghi Gyeseyo

¡Hola!

Esta vez no tardé tanto en escribir. Esta entrada habla sobre mi última semana viviendo en Corea del Sur. Warning: I won't hold all these feels.

El lunes y martes de la última semana, Lorién y yo nos dedicamos a grabar un vídeo para nuestra entrega final de la clase de Efectos Especiales. Nuestros amigos Philipp y María nos ayudaron actuando. Nos dedicamos a editar toda la tarde y noche del miércoles. Estuvimos trabajando en el edificio de Relaciones Internacionales, donde la mayoría de nuestros amigos estaban estudiando para sus exámenes. Pedimos una pizza a las 2:00 a.m., comimos y platicamos un rato con personas con las que casi no tratábamos. Finalmente, terminamos a las 4:00 a.m. del jueves.




Nuestro vídeo es una versión moderna y muy corta de Alicia en el País de las Maravillas. Presentando el debut actoral de nuestros amigos (?).






La edición del vídeo no es la mejor, pero para haber tomado la clase en coreano, difícilmente haber entendido los tutoriales que el profesor nos ponía, y haber tenido un montón de problemas a la hora de grabar (no teníamos tripié y se nos hizo muy difícil manejar la pantalla verde) creo que lo hicimos bastante bien. La verdad es que nos hizo falta tener a alguien que nos explicara la función de cada herramienta dentro del software, pues solamente aprendimos a hacer cosas específicas y no a lidiar con diferentes problemas. Pero al final de todo, nos divertimos y no cambiaría por nada la experiencia de trabajar con mis mejores amigos. Después de la entrega, nos tomamos fotos con el profe y le deseamos lo mejor para él y su familia.



Para la entrega de 3D tuve que modelar y 'riggear' (poner el esqueleto) dos personajes. Tampoco soy una eminencia modelando, pero no estuvo mal para también haber tomado la clase en coreano. Además, por ahí nos dijeron que frecuentemente los alumnos de Arte en nuestra universidad tomaban solamente dos clases por semestre debido a su dificultad (y hay veces que hasta las repiten el siguiente semestre para aumentar sus calificaciones). Y Lorién y yo estábamos tomando cuatro.



El viernes al mediodía, después de mi último examen, almorcé Ramen con mis compañeros de clase Herald y Caroline. En la tarde nos reunimos con las personas del grupo internacional de buddies a comer por última vez Chicken & Beer. Hablamos sobre todas nuestras vivencias en Corea, cómo superamos el shock cultural, nuestros planes a futuro, si planeábamos regresar, etc. También nos despedimos del dueño del restaurante. Él era un amor. Como íbamos cada tres o cuatro días ya nos conocía bien, y aunque no hablaba coreano siempre se daba a entender como podía y ponía mucho esfuerzo en ello. Muchas veces nos regaló bebidas y uno que otro platillo extra. También nos enseñó algunas palabras en coreano. Un día le hizo un té caliente de cebolla (ya sé que suena raro, pero funcionó) a una amiga que estaba enferma de la garganta.



Pedimos a Eddy que le dijera que el pollo que cocinaba era el mejor que habíamos probado en nuestras vidas y le dimos las gracias por ser tan bueno con nosotros. Casi lloro de la impotencia por no poder comunicarme directamente con él y con otras personas que han sido amables conmigo. Por eso decidí que cuando visitara Corea de nuevo, sabría hablar un poco el idioma. 



Más tarde fuimos a Tinpan a pasar la última fiesta. Esta noche fue muy triste al principio, todos lloramos mucho porque no queríamos separarnos, pero después nos divertimos bailando y usando las pelucas y máscaras del bar. Aquí también prometimos vernos de nuevo. Es muy difícil despedirse de personas con las que estuve conviviendo diariamente durante los cuatro meses que duró mi intercambio y que considero como mis hermanos y hermanas, pero sé que nuestra amistad es fuerte y continuará como siempre. Y el día que nos reencontremos será uno donde derramemos lágrimas de felicidad y no de tristeza.






El sábado en la mañana María y yo despedimos a Lorién, quien nos dio unas cartas con hermosos pensamientos sobre lo que vivimos juntas. Al mediodía fuimos de nuevo a comer con YeEun y en la noche nos reunimos con Eddy y Kate para pasear en Hongdae. Estuvimos toda la noche vagando por ahí, viendo las tiendas y la gente, platicando y tomándonos fotos locas. Bebimos un par de cervezas y bailamos Samba en el 'playground' de la calle principal. En la madrugada comimos Samgyeopsal (barbacoa coreana) y después fuimos a un café a sentarnos y descansar. Ya en la mañana tomamos el primer bus a Suwon. 








El lunes temprano tuvimos el 'room check-out', donde revisan si dejaste limpia la habitación. Las encargadas me entretuvieron mucho tiempo y temí perder el bus que iba al aeropuerto, pero Nicole -mi roomie- me dijo que me fuera y que ella limpiaría lo que quedaba en el cuarto, pues ella se iba en la tarde. Así que entregamos las llaves y cargamos con nuestras maletas hasta la parada de los taxis. De ahí fuimos a la parada del bus corriendo porque la calle estaba cerrada.

Ya en el bus, nos relajamos y nos dirigimos a Incheon, donde nuestra siguiente aventura nos esperaba: María y Camilo se fueron a Tailandia, Philipp se fue a Hong Kong y yo a Japón.


Bueno, chicos... aquí termina mi aventura en este país tan interesante, desarrollado y hermoso que es Corea del Sur. Esta experiencia me ha dejado encantada y siento que me ha hecho madurar aunque sea un poco. Encontré amigos excepcionales, superé muchos miedos y aprendí sobre una cultura no tan diferente a la mía. Aún hay muchas cosas que me faltó hacer y muchos lugares que me faltó visitar. Definitivamente quiero y voy a volver. No se preocupen, seguiré escribiendo sobre Corea, y de ahora en adelante se agregará Japón a la lista (no sé si escriba sobre Estados Unidos, la verdad estoy en un pueblo bastante desabrido en la mitad de la nada... así que lo voy a pensar). Si tienen preguntas sobre lo que he o no escrito, o alguna sugerencia para el blog, no duden en escribirme por este medio o por un mensaje privado en facebook.


¡Nos vemos pronto!
-Aisou.

11 de septiembre de 2014

The Final Countdown

¡Hola a todos!

Esta entrada es un poco corta, pero espero que igual les guste.

El martes fuimos con una amiga coreana que habla español, YeEun, a un restaurante a comer Mul Naengmyeon (fideos fríos) y Mandu (dumplings). Platicamos muchísimo y nos regaló unas cartitas de despedida con un dibujo en ellas. Después nos invitó a comer Patbingsu.




El martes fui de nuevo a la Embajada de Estados Unidos a arreglar un error que tenía mi Visa, y en la placita donde está la estatua del Rey Sejong había dos hombres brasileños haciendo un mural del Mundial con graffiti cuando me pasó algo muy curioso. Estaba yo muy normal tomando fotos cuando oigo que alguien me llama. Eran dos muchachos coreanos y uno de ellos me pidió una foto y mi número de teléfono con un inglés muy roto. Platicamos un poco y después se fueron.

Ésta fue una de las cosas más 'random' que han pasado en Corea, pero no piensen mal. Aquí es muy común que los jóvenes pidan el número de teléfono a chicas que acaban de conocer (y viceversa también, las chicas a los chicos). Corea es un país segurísimo, y los actos criminales son muy raros. Además, al contrario de nuestros países, ellos casi no usan facebook (para ellos éste es más privado) y se comunican más por el celular, pues todo el mundo tiene un plan con Internet. Así que no hubo ningún peligro. Nos hicimos amigos y nos escribimos un tiempo, pero como ya me iba del país la siguiente semana perdimos contacto y no lo volví a ver. Es algo triste, pero con la barrera del idioma (él casi no me entendía) no se puede hacer mucho.




El viernes fuimos a cenar Chicken & Beer (como siempre) para despedir a Samy, que ya había terminado sus exámenes y se iba de vacaciones a Japón al día siguiente. Platicamos y comimos un montón. Le escribí una carta y le regalé un pequeño sombrero de Mariachi (se había obsesionado con la cultura y el acento mexicano). Fue una despedida muy animada, llena de risas y buenos recuerdos. La mañana siguiente le dijimos adiós desde la entrada principal de la universidad. Él fue una de las personas con las que más salíamos y hablábamos, y se convirtió en un amigo muy querido. Espero tenerlo en México muy pronto :)


Después de cenar fuimos a Beer Star a ver el partido de México vs. Camerún. Entre los mexicanos estábamos Eric, Israel, Lorién y yo, y había otros extranjeros apoyándonos. También había varias personas de Camerún y de otros países africanos allí (nunca imaginé que habría tantos extranjeros en Corea del Sur). Fue un partido muy emocionante, y hubo un punto en que el dueño del bar nos llamó la atención por hacer escándalo, pero como los pocos coreanos que quedaban en el lugar también se nos unieron, no hubo más problemas. Regresamos cansadísimos al dormitorio a las 4:00 a.m. (son 14 horas de diferencia con México).



El fin de semana lo usamos para terminar trabajos finales, estudiar para los exámenes y prepararnos para vivir nuestra última semana en Corea del Sur.

-Aisou.