29 de octubre de 2014

Inori wo

¡Hola, amigos!

¿Cómo les va? Yo he estado súper ocupada con asuntos del corazón (fufufufu), pero hoy hice mi tarea pronto y me puse a escribir. Ésta fue la primera vez que salí sola a las calles de Japón. Algo a lo que me acostumbraría en los días posteriores.

26/06/2014

Este día ninguno de mis amigos podía acompañarme a pasear, entonces Naoko me dio instrucciones para moverme usando el transporte público japonés. Antes de llegar a la Estación de Kyoto, me encontré con el Complejo del Voto Original. Se compone de dos templos principales -Nishi Honganji (Oeste) y Higashi Honganji (Este)- varios altares y puertas/entradas ornamentales. Es también parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y sede principal del Budismo de la Tierra Pura (Amidismo).






El complejo es grandísimo, y ambos templos tienen sus propios encantos. El Oeste tiene un altar precioso y muy amplio en el que se puede presenciar una ceremonia budista. El piso es de tatami y no está permitido entrar con zapatos ni hacer ruido innecesario. La atmósfera es súper agradable y las oraciones de los monjes dan un sentimiento de paz y relajación.







Estuve en Honganji más o menos una hora. Después, fui a la estación y tomé el tren hacia mi objetivo principal, una de los lugares más mágicos y memorables de Kyoto y Japón: Fushimi Inari Taisha, también conocido como el Templo de las Diez Mil Puertas. Aquí se venera a Inari, diosa Shinto del arroz, el sake, el té, la industria, la agricultura y la fertilidad. Sus mensajeros son los zorros blancos (kitsune). Lo que hace famoso a este templo son las más de diez mil "toriis" que llevan a diferentes recintos/altares al rededor de los cuatro kilómetros que abarca todo el complejo.





Un torii es la entrada a un templo sintoísta, que marca la transición de lo profano (impuro) a lo sagrado (puro). Muchas veces son donados en gratitud por aquellos que han sido exitosos en algún negocio y frecuentemente llevan el nombre del donador/empresa en ellos. Se pueden pintar (rojo bermellón y negro) o no, y pueden estar hechos con madera, concreto, metal o cobre. Cuando uno está por entrar a un templo sintoísta, debe detenerse en el umbral del torii, hacer una reverencia profunda juntando las manos (como en oración) y aplaudir dos veces (ritual de clausura). Algo así como pedir permiso para entrar.





Fushimi Inari se recorre en unas dos horas. En la parte más alta de la montaña hay un recinto especial dedicado a los kitsunes de Inari. Se dice que la gente solía llevarse una figurita del zorro a sus casas para atraer la buena suerte. Cuando se cumple la petición, la figurita es regresada a su sitio original. Actualmente esta práctica está prohibida, pero en las tiendas de recuerdos se pueden comprar diferentes tipos de figuritas de zorros para ofrecerlas a Inari o para llevarlas a casa. También se pueden comprar mini toriis a los que se les puede escribir un mensaje y dejarlos en el templo como agradecimiento/petición.






En un momento del día empezó a llover, pero gracias a que los toriis están tan juntos, no tuve ningún problema y mi cámara no se mojó. Hice todo el recorrido, y como muchas veces volvía a bajar y a subir, en total estuve ahí unas cinco horas. En la tienda de regalos, al tope de la montaña platiqué con el encargado de la tienda e hice una reverencia de agradecimiento en el altar. A pesar de la humedad y el calor, fue un día que aproveché al cien por ciento y uno de mis favoritos de todo mi viaje. Debido a la lluvia casi no había personas. Gracias a eso disfruté de un paseo tranquilo y pude ir a mi ritmo y tomar fotos sin interrupciones o molestias.




A la hora de regresar a casa, me bajé del bus una parada antes (¡pero estaba lejísimos de la parada correcta!) y queriendo buscar el camino de regreso me perdí. Estuve caminando más o menos una hora y media intentando sin éxito. En una esquina encontré un establecimiento de diseño gráfico administrado por dos mujeres muy amables que me imprimieron un mapa del vecindario cuando les pregunté dónde estaba el domicilio de Naoko. Finalmente llegué a casa, tomé un baño y me fui a la cama.

Naoko y su familia estaban un poco preocupados porque no los pude llamar antes (como ya he escrito, en Japón el wifi gratis es casi inexistente, y yo no contaba con un plan internacional en mi teléfono) para avisar que iba a llegar tarde, pero fueron muy comprensivos y no se molestaron conmigo.

Casi siempre me pasan cosas de este tipo, pero al final se resuelven y quedan como buenas (y a veces graciosas) memorias. Espero que les haya gustado esta entrada.

¡Saludos!
-Aisou.

2 comentarios:

  1. Que bueno que encontraste el camino a casa y que Japón es un país tan seguro. Viéndolo ya de manera positiva, siempre he pensado que perdiéndose es la mejor manera de conocer un lugar. Que bueno que te fue tan bien y pudiste conocer tanto de la cultura y religión en un solo día. Siempre me había preguntado porque tantos toriis y no sabía que los donaban. Y lo de los kitsunes blancos me parece tan lindo y cool, como un perfecto souvenir para atyraer la buena suerte 8'D!!!

    Ya quiero leer tus proximas entradas
    Te mando un besote y un abrazo preciosa :** <3

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    1. Síii, fue intenso pero al fin pude regresar gracias a esas lindas señoras :) Sí, pues los toriis son como las veladoras o los listones que pone la gente en las iglesias católicas para agradecer un milagro~ Sí!!! Yo compré dos kitsunes de cerámica para regalar, son diferentes a los de la foto pero son igual de lindos~~~

      Gracias por tus comentarios! Me hacen querer seguir escribiendo :D Te quiero!!! <3

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